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La Idea es el Diseño

junio 29, 2011

Durante días he pensado sobre el tema del diseño, lo fascinante que es trabajar con ideas, explorar la mejor, volver una y otra vez de donde partimos en silencio empujados detrás quizás de la más grande motivación humana:  lo que no se conoce ni se ve hasta que se convierte en realidad, en un proyecto u objeto tangible.

 

Toda búsqueda es una motivación especial, carga adrenalina esa palabra porque antecede lo desconocido, es un detonante silencioso de lo que esperamos realizar y por ahora sólo se intuye.  La idea está construyendo su propio círculo virtuoso como el felino espera su presa en la oscuridad.  En el momento menos esperado, cuando la mano parece conectada a la imaginación y el oficio ha interpretado la idea, surge, comienza a visualizarse la idea central del proyecto.  Todo lo demás será oficio, trabajo, afinamiento, como lo hace un buen atleta antes de una competencia.

 

¿El diseñador es un mago, artista, creador, innovador, técnico, especialista, profesional, soñador?  Es ante todo un ser humano, diría, que está frente a un extraordinario desafío, que asume con placer, vocación, trabajo y debe satisfacerse no sólo así mismo, sino a los demás y a veces, a alguien que ha encargado la obra, estructura o una pieza.

 

Cada día se hace más difícil ser original, romper el molde, creer que se es único.  Olvidar los clásicos y hasta los contemporáneos, ignorar que el Arte es una de las actividades más contaminadas, es imposible si queremos emprender un camino interesante y que arroje resultados, no solo competitivos, sino éticamente aceptables.  El plagio, en cambio, es la negación del diseño, mutila el oficio y conduce finalmente hacia el abismo profesional.  Es mejor repensar mil veces una idea, que hacer una mala copia.  La historia y la actualidad están plagadas de malos ejemplos.

 

Sin duda, siempre surgirán quienes hacen la diferencia, como ha ocurrido a lo largo de la historia de la humanidad en todas las actividades en que el hombre emprende un reto, lidera un cambio y tiene para ello una propuesta nueva, diferente, única.  En nuestra profesión de arquitectos, hago mía la frase anónima:  “Pienso, vivo y me visto como arquitecto”, como una manera de no olvidarme de quien soy, cual es mi oficio, qué y cómo debo hacerlo cada día.  Es una enorme responsabilidad mirarse al espejo y saber quién es uno.

 

Las obras responden a una época, evolucionan, como el gusto, y también son determinadas por el avance de la tecnología y el uso de nuevos materiales, como en el caso específico de la arquitectura.  Casi todo lo que nos rodea ha sido diseñado, transformado en algún momento, desde las pirámides egipcias, ciudades incas, monumentos mayas, catedrales medievales, rascacielos, a un simple trabajo de orfebrería.

 

Ciencia y Arte se acoplan histórica y magníficamente en la arquitectura, porque la casa del hombre, que es la ciudad, obliga recurrir no sólo a la imaginación, planificación, a las mejores ideas, sino a utilizar los recursos más convenientes, adecuados, y la tecnología le abre a cada profesional caminos inéditos con recursos jamás antes pensados.

 

Arquitectura y diseño forman parte y construyen el presente, pero también el arquitecto es un hacedor del porvenir.  Ambos cuentan con un largo recorrido en la historia, los íconos de la antigüedad, medievales, moderno, contemporáneo, caracterizan y marcan físicamente los distintos períodos de cada una de las generaciones, que de una y otra manera, han puesto lo que popularmente se conoce como un grano de arena.

 

El diseño es muy antiguo, los italianos son los inventores de la palabra y maestros en trabajar con la belleza, buscar el placer en las cosas, hacer funcionar el arte, direccionar una estética en los objetos cotidianos y en el espacio exterior e interior.  El acto creativo, el diseño, es un proceso, nada ocurre en un solo trazo y las mejores ideas se van seleccionando, decantando, con el correr del tiempo y a medida que se vislumbran como una realidad tangible, nos aproximamos a la obra.

 

Para que en arquitectura la idea tenga sentido, debe existir una obra.  Un poema es distinto, está contenido en las palabras y su lenguaje es el soporte para el lector.  La obra se representa a sí misma de manera real y un objeto es palpable con los cinco sentidos, se puede tocar, recorrer, habitar.  La eficacia es más que una imagen, requiere de una aceptación, es la función de la belleza responder al lugar, época, a quién disfrutará de la obra.

 

El diseño continuará en la necesidad e imaginación humana.  El arquitecto, tiene todo el espacio del mundo para seguir transformándolo a la medida y semejanza de los nuevos tiempos.  El hombre ama la belleza, lo nuevo, es un agente permanente del cambio y la arquitectura como el diseño, van de la mano del futuro siempre.

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